El Viernes Santo del año 1937, Jesús le pidió a Santa María Faustina que rezara una novena especial antes de la Fiesta de la Misericordia, desde el Viernes Santo. Él mismo le dictó las intenciones para cada día. Por medio de una oración específica, ella traería a Su Corazón a diferentes grupos de almas cada día y las sumergiría en el mar de Su misericordia. Entonces, suplicaría al Padre, por el poder de la Pasión de Jesús, que les concediera gracias a estas almas (Ver Diario, 1209).
A diferencia de la novena de coronillas, que nuestro Señor indudablemente quiere que recemos, esta novena parece haber sido destinada principalmente para el uso personal de Sor Faustina. Esto se desprende de las instrucciones de nuestro Señor, en las cuales Él se dirige a ella usando la palabra “tú” en singular. Sin embargo, ya que le ordenó a Sor Faustina que la pusiera por escrito, nuestro Señor bien habría querido que otros la rezasen también.
En esta novena nosotros verdaderamente hacemos nuestras las intenciones del Señor; lo cual es una expresión maravillosa del privilegio y de la responsabilidad de la Iglesia, como la Esposa del Señor, de ser la intercesora, al lado de Cristo, en el trono de la Misericordia.
A diferencia de la novena de coronillas, que nuestro Señor indudablemente quiere que recemos, esta novena parece haber sido destinada principalmente para el uso personal de Sor Faustina. Esto se desprende de las instrucciones de nuestro Señor, en las cuales Él se dirige a ella usando la palabra “tú” en singular. Sin embargo, ya que le ordenó a Sor Faustina que la pusiera por escrito, nuestro Señor bien habría querido que otros la rezasen también.
En esta novena nosotros verdaderamente hacemos nuestras las intenciones del Señor; lo cual es una expresión maravillosa del privilegio y de la responsabilidad de la Iglesia, como la Esposa del Señor, de ser la intercesora, al lado de Cristo, en el trono de la Misericordia.
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