«Oh Jesús, haz conmigo todo lo que Te agrade, sé que eres el Salvador misericordioso y sé que no cambiarás conmigo en la hora de la muerte. Si ahora me muestras un amor tan singular y Te dignas unirte a mí de una manera tan confidencial y cariñosa, entonces espero todavía más en la hora de la muerte. Tú, mi Señor, Dios mío, no puedes cambiarte, eres siempre el mismo; los cielos pueden cambiar y todo lo que ha sido creado, pero Tú, Señor, siempre el mismo, durarás por eternidad. Así que ven como quieras y cuando quieras. Padre de la Misericordia infinita, yo, Tu niña, espero con un vivo deseo Tu venida, Oh Jesús. Tú has dicho en el santo Evangelio: Te juzgo por tus labios, entonces Jesús, yo siempre hablo de Tu misericordia inconcebible, por lo tanto confío que me juzgarás según Tu misericordia insondable». [Diario, 854]
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ORACIÓN PARA EL AÑO DE LA MISERICORDIA
Señor Jesucristo,
tú nos has enseñado a ser misericordiosos como el Padre del cielo,
y nos has dicho que quien te ve, lo ve también a Él.
Muéstranos tu rostro y obtendremos la salvación.
Tu mirada llena de amor liberó a Zaqueo y a Mateo de la esclavitud del dinero;
a la adúltera y a la Magdalena del buscar la felicidad solamente en una creatura;
hizo llorar a Pedro luego de la traición,
y aseguró el Paraíso al ladrón arrepentido.
Haz que cada uno de nosotros escuche como propia la palabra que dijiste a la samaritana:
¡Si conocieras el don de Dios!
Tú eres el rostro visible del Padre invisible,
del Dios que manifiesta su omnipotencia sobre todo con el perdón y la misericordia:
haz que, en el mundo, la Iglesia sea el rostro visible de Ti, su Señor, resucitado y glorioso.
Tú has querido que también tus ministros fueran revestidos de debilidad
para que sientan sincera compasión por los que se encuentran en la ignorancia o en el error:
haz que quien se acerque a uno de ellos se sienta esperado, amado y perdonado por Dios.
Manda tu Espíritu y conságranos a todos con su unción
para que el Jubileo de la Misericordia sea un año de gracia del Señor
y tu Iglesia pueda, con renovado entusiasmo, llevar la Buena Nueva a los pobres
proclamar la libertad a los prisioneros y oprimidos
y restituir la vista a los ciegos.
Te lo pedimos por intercesión de María, Madre de la Misericordia,
a ti que vives y reinas con el Padre y el Espíritu Santo por los siglos de los siglos.
Amén.
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